viernes, 23 de mayo de 2014

A la lavadora !!



Esta expresión me hace gracia y he comprobado que causa revuelo y surte efecto, aunque es  añadirle un toque de humor a algo que desde mi punto de vista es bastante importante. 
Cuando nos encontramos ante una dificultad,  quizás experimentamos emociones que nos hacen sufrir o buscamos seguir un camino, tomar una decisión, encontrar nuestra propia verdad…. En muchos momentos experimentamos incapacidad para solucionar verdaderamente eso que nos preocupa.         Por regla general,  nuestra cabeza no para repitiendo una y otra vez la misma cantinela,  argumentando,  machacándote a ti mismo/a o al otro con el que tienes el conflicto,  diciéndote lo que debes hacer,  lo que es peligroso, bla bla bla.  
 Aunque tomes un camino,  si lo haces desde tu mente,  en el fondo compruebas que no es una verdadera solución y la prueba del algodón es fácil:  Observa si estás en paz. 
Nuestra mente  ( egoica ) vive en la dualidad y la separación,  entre tu y yo,  entre lo que es tuyo y lo que es mío,  entre tu razón o la mía,  y siempre quiere ganar,  porque si pierde siente que muere.  Desde ese punto de partida,  no puedes encontrar una respuesta verdadera y satisfactoria para todas las personas implicadas en cualquier situación conflictiva o de cualquier otra índole en la que te encuentres.  Ni tampoco en relación contigo.
Es importante considerar este punto,  pues somos maravillosos pero limitados en algunos aspectos como éste,  ya que  precisamente es mi forma errónea  en interpretar el mundo que me rodea la que me lleva al sufrimiento,  no puedo solucionarlo desde donde nace el error. 
Ante cualquier dificultad,  cada uno se las ingenia como sabe y puede.  Algunas personas van a rezar y pedirle a alguien en concreto,  si miramos un Curso de Milagros,  se recomienda pedirle expiación al Espíritu Santo para que corrija el error de pensamiento y aporte una visión inocente y clara de cómo son las cosas,  aportando sin duda paz.  Otras personas andan dando vueltas y vueltas en un conflicto contra ellos mismos peleándose con el otro y así pueden pasarse mucho tiempo sin resolver verdaderamente el conflicto y sin vivir en paz. También están los que se pasan meses de tratamiento psicológico notando mejoría pero sin terminar de solucionar de verdad el problema.

Independientemente de tus creencias o valores,  hoy día es muy habitual lavar la ropa sucia en la lavadora, ¿verdad?.   Podemos hacerlo a mano,  de hecho,  antiguamente así se hacía y también se sigue haciendo en muchos lugares,  pero,  si podemos lavarla a máquina que es más rápido, eficaz y agota menos,  ¿por qué elegir el camino más largo?.
Para mi,  lavar a mano es estar dando vueltas y vueltas haciendo cosas que no digo que no funcionen pero alarga mucho el proceso y desgasta en el camino.
Lavar en la lavadora es ponerse en la predisposición de entregar lo que ahora mismo te crea malestar desde un deseo profundo y sincero de solucionarlo en base a la verdad y no a mi propia conveniencia ( mente egoica ).  Es renunciar a llevar razón,  a imponerme sobre los demás,  a que las cosas pasen como creo que deben pasar,  al propio sufrimiento que experimento y que me atormenta porque estoy apegado/a  a él.    Sabes que algo está sucio,  te encuentras en estado de confusión,  porque lo que piensas de cómo es el mundo es lo que te genera malestar,  por eso,  esos mismos pensamientos,  ese estado mental y emocional,  ponlo a lavar  y  relájate  como cuando pones una lavadora y la dejas  andar sola sabiendo que dentro de un rato,  la ropa estará limpia y lista para tenderla.
¿Suena demasiado fácil?  Realmente lo es ya que sólo requiere un acto sincero de entrega y renuncia.  Acto que nuestra mente no entiende.  
Puedo asegurarte que esto funciona y tiene su transfondo  aunque te suene raro o hasta tonto.  
El mero hecho de entregar algo asumiendo que no  podemos resolverlo con lo que pensamos  ya es mucho para nuestra propia mente soberbia que cree que lo sabe todo.  A la par que supone una liberación de esa carga que llevamos siempre pensando que debemos hacerlo todo nosotros mismos.     
Puede decirse que en verdad lo hacemos,  pero no desde el origen que creemos.   
Hay un espacio más allá del estado de vigilia en el que vivimos donde están nuestras soluciones y respuestas verdaderas.    Por eso mismo,  igual que cuando te vas a la cama pidiendo una respuesta y tratando de dormirte plácidamente,  puedes también en cualquier momento del día,  meter en la lavadora  literal y metafóricamente hablando  lo que desees saber y / o resolver  y espera con tranquilidad porque las respuestas las escucharás.  
Recuerda,  que no puedes oir si hay mucho ruido  y el ruido no viene de fuera,  si no de tu propia mente. 

viernes, 16 de mayo de 2014

¿Quién es tu maestro?

Habitualmente buscamos a un gurú, maestro o experto que nos guíe en nuestro camino,  que nos diga lo que está bien o mal y,  sobre todo,  lo que debemos hacer.    Solemos darle también cierta autoridad y lo admiramos e idolatramos tanto que lo percibimos como superior a nosotros mismos.  Nos hacemos un flaco favor desde mi punto de vista.
El otro día conversaba con un amigo quién me preguntó precisamente eso:  quién era mi maestro para que yo pudiera seguir caminando en esta nueva etapa.  No dudé en responder. 
- Yo no tengo maestro,  no sigo a nadie en este plano físico.
- Pero,  para enseñar a los demás,  debes aprender de otro.   Para ser psicóloga tuviste que ir a la universidad.
- Es verdad,  aunque lo realmente útil e importante en mi trabajo  no lo aprendí en la facultad,  si no trabajando con las personas.  Ellas me enseñaron.
- ¡ Insisto,  necesitas un maestro para ser guía de otros !

Las respuestas llegaron rápidas:

1.-  No soy guía de nadie más que de mi misma,  precisamente estoy desapegándome del papel de experta  como psicóloga para ser meramente una persona que facilita el proceso de crecimiento interior de otra,  una farola que alumbra el camino de sus paseantes;   caminantes que no tienen que adorar a la farola si no servirse de esa luz para continuar su paseo por la vida.

2.  No tengo un maestro, ¡tengo muchísimos!.     La verdad se muestra claramente en la vida,  en cada día,  en cada momento,  en cada persona con la que me  cruzo,  en cada situación que vivo.  ¿ Por qué tener un solo maestro cuando la vida me brinda tantos espejos variados en los que contemplar mi propio reflejo y tomar consciencia de mi misma?.

Permíteme decirte a ti que estás leyendo estas palabras. 
Por favor,  no caigas en el error de interpretar que necesitas a alguien a quién reverenciar,  seguir a pies juntillas  y  hasta pedir audiencia.    No creas que necesitas  irte a la India y pasarte un año meditando allí para alcanzar la iluminación o conocer la Verdad.   

Tus mejores maestros son los que tienes ahora mismo frente a ti:  tu pareja,  padres, hijos, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, jefes,  conocidos, desconocidos con los que tienes un encuentro,  las circunstancias de tu vida misma….  Ahí está toda la información que necesitas para aprender aquí y ahora. 

Para mi,  todos somos maestros,  los unos de los otros,  pues todos nos servimos de espejo y nos ayudamos mutuamente. Podemos aprender de una flor, de un animal, de un niño,  de cualquier persona sea cual sea su raza, formación, cultura, etc.   Podemos aprender mirando las estrellas,  la luna,  el sol,  escuchando el agua del mar,  el sonido del aire … en la propia vida y en cada instante está la sabiduría contenida,  algunos la ven y otros no,  porque no se han decidido verdaderamente a verla o porque creen que no pueden si no es de la mano de otra persona superior a ellos.

A mi me cuesta ver lo que tengo en mi espalda,  por eso cada persona con la que me encuentro es una maestra para mi,  pues me muestra algo que es mío para que tome consciencia y aprenda.     Me  sirvo de su reflejo para mirar esa parte que albergo en mi sombra  y que si no fuera por su ayuda no vería.  Por eso ,  vea lo que vea,  me guste o no,  siempre digo:  Gracias, Gracias, Gracias.

domingo, 11 de mayo de 2014

¿Y ahora qué ?




¿Qué soy ?  el espejo donde te miras.
¿Quién soy ?  un reflejo tuyo.

Algunas personas,  sé que con argumentos muy razonables y comerciales opinan que antes de haber  notificado el cese de mi actividad como psicóloga clínica y psicoterapeuta,  debería haber forjado una nueva imagen,  pues la interpretación puede ser muy variada y quizás distorsionada de su origen.
Reconozco su conveniencia desde el punto de vista digamos de marketing pero para mi está siendo un proceso en tiempo real donde el desconcierto navega de la mano con la fascinación.
Vivimos muy apegados a identificarnos con nuestro cuerpo,  con nuestros pensamientos y creencias,  con nuestros roles o funciones que desempeñamos en diferentes ámbitos de nuestra vida y el hecho de cambiar de papel supone un descoloque impresionante para nuestra mente,  se trata de desprenderse de algo y resulta curioso experimentar en primera persona la urgencia por encontrar otra etiqueta en la que me sienta de nuevo enmarcada y por lo tanto,  segura.   Cuando nos ponemos un nombre,  establecemos una estructura organizada de pensamiento, emociones y pautas de comportamiento,  de manera que ya nos sentimos como en zona segura,  de ahí siempre la necesidad urgente de enmarcarnos  e identificarnos con algo.   Es como si no existieramos si no tenemos un nombre.
En estos días muchas personas, cada una con su propia interpretación de los hechos,  comparten sus impresiones conmigo.  Las preguntas  suelen ser:  ¿y ahora qué vas a hacer?,  ¿y ahora qué eres?.  Camino hacia un nuevo enfoque para mi,  camino que al menos conscientemente no está creado si no que como decía Machado   se hace camino al andar. 
Andando voy deshaciéndome poco a poco de estructuras muy arraigadas en mi forma de ver el mundo,  de trabajar,  de organizar las sesiones en la consulta  … a pesar de haber sido una persona siempre muy libre y anormativa,  pero aún así,  me doy cuenta de ese yuyu tonto que da el hecho de creer y, digo creer,  que dejas de ser algo.
He experimentado la urgencia ante las continuas preguntas de buscar una nueva palabra que me defina,  diría que el término facilitadora me resulta afín,  pero me he detenido momentáneamente en esa búsqueda porque no hay prisa,  en realidad nunca la hay,  al menos en mi mundo no.
Una respuesta a esas preguntas tengo clara hoy.

Yo lo soy todo y nada a la vez,
Yo existo en este instante y al mismo tiempo no,
Yo nazco cuando tú me nombras y muero cuando me olvidas,
Yo cobro vida cuando tú me miras y desaparezco cuando dejas de hacerlo,
Porque en tu mundo yo sólo soy tu propio reflejo, uno de tantos.
Yo soy lo que tú eres,  lo que niegas y lo que afirmas,  lo que temes y deseas.
Porque en mi mundo yo elijo ser el espejo donde puedes mirarte si tú quieres.