Rendirse no es resignarse, ni aguantarse, ni hundirse, ni deprimirse, ni perder la ilusión por vivir … Cuando te rindes a la vida lo haces desde la presencia, no desde el pensamiento que quiere controlar y dirigir, que juzga lo que es bueno y malo justo e injusto, el que interpreta continuamente, se queja por lo que es y no debería haber sido, y así pasas la vida luchando enfadada con el mundo y contigo mismo/a.
No podemos cambiar el pasado ni siquiera el presente, lo que ya es, ya es y no tiene vuelta atrás. Cuando te rindes a la vida, sin juzgarla, cuando eres capaz de tomarte las cosas que ésta te manda, las que mas te gustan y las que menos, entonces saboreas la grandeza de esta creación y ves que la vida te lleva y te cuida.
Decide si deseas invertir tu energía en aceptar las cosas como son y tratar de que el futuro sea mejor con tu buena disposición en el presente o si quieres seguir viviendo en el enfado, el rencor, la injusticia y la incapacidad de aceptar.
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