Ocurrió una vez en un pueblo que el juez
murió de vejez. Como tardaba en llegar el sustituto y los casos se
acumulaban, los ciudadanos decidieron nombrar en el puesto interino a un
convecino suyo a quien todos respetaban por su sabiduría y sentido de
la justicia.
Al día siguiente le llegó el momento de
presidir un juicio. Empezó a hablar el fiscal, que, de un modo brillante y
elocuente, convenció a todos los presentes de la culpabilidad del reo.
-¡Tiene razón el fiscal! – exclamó el improvisado juez.
-Señoría aún debe oír al abogado- le recordó el secretario del juzgado.
Tomó entonces la palabra el abogado, que, en
brillantísima exposición, también convenció a los presentes sobre la
inocencia de su defendido.
-También tiene razón el abogado- dijo el juez.
-¡Pero Señoría!- volvió a intervenir el secretario-. ¡No es posible que tengan razón los dos!
-¡El secretario tiene razón también!- Dicho lo cual, el juez dio por terminado el juicio y los vecinos decidieron esperar al sustituto.
Tomado del libro: “Los 120 Mejores Cuentos de las Tradiciones Espirituales de Oriente”.
Ramiro Calle y Sebastián Vázquez.
Reflexión: Es fácil juzgar y de hecho lo hacemos con mucha frecuencia, más mirándo al prójimo que a nosotros mismos. Tenemos argumentos aparentemente muy loables y llenos de razón, sin embargo, no nos damos cuenta de que todo depende del cristal con el que se mire o con las gafas que lleves puestas.
Cada persona tiene su propio mundo y por lo tanto, su propia forma de percibir e interpretar la realidad, en base a esto cada uno desde su prisma tiene la razón o actúa adecuadamente, aunque otros muchos no opinen igual.
A nivel individual, es importante tener esto en cuenta para las relaciones con los demás, tratar de ser comprensivo, empático y respetar la libertad de cada uno.
A nivel colectivo es imprescindible que nos pongamos de acuerdo, ardua tarea por lo que necesitamos todavía hoy normas y leyes que regulen nuestra actuación, que determinen lo que es legal o no.
Creo que es importante señalar que nuestra niñez, la educacion recibida, el entorno en el que nos criamos, la cultura, el lugar físico, nuestras experiencias... todo influye en nuestra percepción de la realidad y en la visión que tenemos de la vida. Como seres sociales debemos ponernos de acuerdo en los derechos y deberes como humanos pero no debemos olvidar que cada persona percibe la realidad condicionada por todo lo anterior mencionado y es importante ponerse en el lugar del otro y tener una actitud abierta y tolerante para una buena comunicación.
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