Muchas personas viven pensando que tienen todo el tiempo del mundo tranquilos y quizas excesivamente confiados. Otros en cambio van siempre apurados, temerosos y preocupados por todo.
Los hay que no dejan atrás el pasado, también los que sólo piensan en el futuro.
La inmensa mayoría de las personas viven, o mejor dicho, vivimos amargándonos la vida absurdamente por cuestiones que pensamos son muy importantes; y lo son en nuestro mundo limitado y centrado en el yo y en lo mio, pero no nos damos cuenta de que se nos pasa la vida y no la vivimos de verdad.
Damos por hecho muchas cosas, como que hoy te levantas y que también te acostarás. Dejamos para mañana aspectos importantes por otras cuestiones menores sin tener en cuenta que ese mañana con el que contamos con excesiva seguridad quizás no llegue.
Nos hemos engullido en una vorágine de la que resulta complicado salir, máxime en estos tiempos que corren donde hasta sobrevivir resulta difícil.
Nos pasamos la vida tratando de llegar a fin de mes, de pagar, de conseguir, de tener más, de mantener nuestra imagen...; aferrados al pasado guardando rabia, odio y resentimiento; preocupados por el futuro temiendo lo peor o esperando lo mejor que parece que nunca llega y olvidándonos disfrutar del único momento real y verdadero que existe: el presente.
Vivir el ahora es algo que hacíamos de pequeños cuando no teníamos la noción del tiempo. El ayer y el mañana no tenían sentido, sólo hoy y ahora era lo único que contaba. Así vivíamos intensamente cada momento. Desde la pataleta hasta la euforia.
Esto lo podemos comprobar en cualquier momento si observamos a los niños menores de 3-4 años que nos rodean.
¿Qué podemos hacer?
Se puede reaprender o recordar a vivir más el presente. Lo cual no significa que no seamos responsables ni nos ocupemos de las cuestiones diarias e importantes. Pero estos pequeños ejercicios, si los practicas, al menos uno y lo introduces en tu día a dia pueden serte de gran utilidad.
- Estés donde estés, haciendo lo que sea, Puedes decirte en voz baja (mentalmente) o alta lo que estás haciendo, dá gracias por ello y trata de saborearlo.
Si estás trabajando puedes decirte " estoy trabajando y doy gracias porque tengo trabajo "; si estás comiendo puedes decirte " estoy comiendo y doy gracias porque hoy tengo esta comida rica para alimentarme". Bendícela y te alimentará el doble; si estás caminando sol@ por la calle, puedes decirte "estoy caminando y doy gracias por el aire que respiro y porque mi cuerpo está en forma y puedo andar, disfruto de este paseo".
Así vivimos más y mejor el presente, al bendecirlo y prestar toda la atención posible a lo que estamos haciendo. De esta manera tenemos más la sensación de haberlo vivido y disfrutado.
- Otro ejercicio muy útil es repasar antes de acostarte el día que has vivido.
Cuando llega la noche es bueno acabar con todo lo acontecido en él y amanecer de nuevo como una tábula rasa. Para que eso sea posible o se acerque un poco más cada vez puedes repasar todo lo que has vivido ese día, enfocándote en lo bueno especialmente y agradeciéndolo. Si algo ha ido mal por tu parte u otra/as personas trata de solucionarlo si te es posible antes de acostarte, sobre todo, si son seres muy cercanos y queridos para ti. Si no puedes, visualiza cómo hablas con las personas implicadas mentalmente, solucionando el malestar y deseándoles lo mejor. Sé que a veces resulta complejo pero inténtalo. Recuerda que lo que le deseas al prójimo el doble te vendrá a ti.
- Medita, que es algo que parece muy lejano o sólo práctica para unos pocos pero se puede meditar mientras caminamos, limpiamos, leemos, conducimos ... sólo haz varias respiraciones profundas y suaves concentrándote en el aire que entra y que sale. Puede serte útil expresiones como "estoy respirando" o "inspiro y espiro". Un minuto, sólo un minuto respirando de esta forma te produce grandes beneficios inmediatos y a largo plazo.
- Por último y no por ello menos importante. Haz de vez en cuando un repaso de tu vida. Cuestiónate y ponte a exámen. Mira lo que haces, en lo que inviertes tu día a día y reflexiona sobre el camino que llevas.
Recuerda que mientras que estás vivo tienes la oportunidad de cambiar, de mejorar y de reconducir tu vida hacia la felicidad.
Es tu vida, es tu derecho y permíteme decir que hasta tu obligación Vivir una vida que merezca la pena.
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