Como muchas personas, aunque en este caso, no puedo decir la mayoría porque hay diferentes formas de entender la vida. Si es cierto que una parte importante de la población española por centrarme más en lo más cercano, entró en una "modernización" con mucha gana y sin darse cuenta en un consumo desmesurado.
Pues así, un día, según mi querida madre, yo senté la cabeza casándome y comprándome una vivienda, mi primera hipoteca. La segunda vendría cinco años más tarde con la reforma de la casa. Entre medias dos soles de hijos.
Debo decir que nadie me obligó a ello, quizás los cánones de lo correcto, normal o adecuado estaban ahí encriptados en mi inconsciente e hicieron lo que debían hacer. Autoconvencerme de que era eso lo que quería. Aunque no me arrepiento.
Poco tardé en entrar en una crisis vital importante que me llevó a vislumbrar lo que años más tarde llegó. La vida estaba cambiando y lo que habían hecho nuestros padres ya no era tan adecuado para nosotros. Además, sin quererlo había pecado por invertir en lo que como dice La Bilia y disculpad si no lo hago correctamente porque no estoy muy instruida en ella, pues pequé en invertir en lo que los ladrones podían robar viéndome obligada a dedicarme excesivamente a ello.
Supongo que así estamos muchos hoy día. Pagando las consecuencias de las decisiones que tomamos años atrás y apechungado como se dice con las responsabilidades y las obligaciones que tenemos. Siempre digo que gracias con todo pues podemos pagar. Otras criaturas tienen menor fortuna.
Además de vivir y pagar religiosamente, ya en su momento con la obra recién terminada quise vender mi casa. "Estás loca" escuchaba sin cesar, si lo hubiera hecho entonces hubiera sido un gran atino.
Repetia una y mil veces sin cesar que vivir de alquiler me gustaba más. Que no deseaba pasar los mejores años de mi vida hipotecados pagando y llegando a duras penas a final de mes. Que para vivir no hace falta tanto. Que quería tener calidad de vida, equilibrio, tiempo ... pero era una locura.
Como dice el refrán: "No hay mal que por bien no venga". Aprendí la lección aunque hay que ser consecuente pero la aprendí.
Desde mi punto de vista no somos conscientes de que en realidad vivimos de alquiler. Nada de lo que hay en el plano físico o mundo de las formas como algunos lo llaman, nos pertenece. Aunque nuestro querido ego, es decir, nuestra personalidad nos hace creer que si. Por eso nos desvivimos para tener y poseer. Cosas materiales y otras personales. Vivimos con apego, pues estas relaciones nos dan idea de quienes somos, nos ayuda a identificarnos con lo que somos, con nuestra proyeccion de vida. Asi creemos que poseemos títulos, cargos, viviendas, coches, ... personas, y cuando algo de esto tambalea, se derrumba nuestro mundo.
Si tuvieramos más consciencia de que en realidad nada nos pertenece, que sólo lo utilizamos como "uso fructo" durante un tiempo, sea lo que sea, lo aprovecharíamos mejor, lo saborearíamos y lo dejaríamos ir cuando tocara. Sin amarrarnos, sin resistirnos y mejor aún, sin perder la vida por nada, sobre todo, nada material.
Sin embargo, nos olvidamos de vivir por tener y poseer, cuando nada de eso nos vamos a llevar, ni siquiera nuestro propio cuerpo. Todo lo que nos rodea es temporal, desde los trabajos, las posesiones materiales, las relaciones humanas, ... todo es temporal. Nada ni nadie nos pertenece. Asumir eso es duro, sobre todo, asumir que ninguna persona, ni siquiera tu propio hijo que lo has parido es tuyo. Somos humanos y tenermos apegos, dependencias y necesidades que otros cubren. Ser consciente de ello y frenarlo cuando toca es un reto como personas.
Sin embargo, nos olvidamos de vivir por tener y poseer, cuando nada de eso nos vamos a llevar, ni siquiera nuestro propio cuerpo. Todo lo que nos rodea es temporal, desde los trabajos, las posesiones materiales, las relaciones humanas, ... todo es temporal. Nada ni nadie nos pertenece. Asumir eso es duro, sobre todo, asumir que ninguna persona, ni siquiera tu propio hijo que lo has parido es tuyo. Somos humanos y tenermos apegos, dependencias y necesidades que otros cubren. Ser consciente de ello y frenarlo cuando toca es un reto como personas.
"No
se hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el gusano los echan a
perder y donde los ladrones rompen el muro y roban. Acumulen tesoros en el
Cielo, donde ni la polilla ni el gusano los puedan echar a perder, ni haya ladrones
para romper el muro y robar.
En nada material ni en otra persona encontrarás
riquezas, pues ellas están en tu propio corazón."
Estoy volviendo a vivir de alquiler, algo que hacía con mucho gusto en mis años de juventud cuando estudiaba y trabajaba y aún estaba soltera. Nómada dando vida a cada lugar que llego, saboreándolo y yéndome a otro cuando elijo el momento. Aún tengo dos hipotecas y compromisos que cumplir pero me siento más libre porque nuevamente todo lo que necesito me coje en un coche.
Me despido, no sin antes agradecer a todas las personas que con su presencia me ayudan a cumplir con mis obligaciones y a seguir adelante. Cada uno aporta lo que tiene: sabiduría, amor, dinero, escucha, respeto ... y agradezco especialmente a mi padre y a mi madre todo lo que han hecho por mi y hacen cada día.
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