La vida es muy importante para ser desperdiciada en el ansia de ser rico, guapo, famoso o de buena presencia; o en el pavor de ser pobre, desconocido, ignorado o feo. Estas cosas pierden importancia como si fuesen guijarros alrededor de un diamante fulgurante.
Tú, tu verdadero yo, siempre fue y será un diamante porque el valor de tu vida es incalculable.
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