martes, 10 de diciembre de 2013

El que duda, peca



Esta frase me la repetía con frecuencia un amigo con el que conversaba de vez en cuando sobre La Biblia.  Yo me revelaba enfadada cada vez que me la decía,  pues reconozco que la palabra pecar y sus derivadas tienen connotaciones negativas para mí. 
En aquel momento no veía la sabiduría de esta frase,  no sé hasta qué punto la veo ahora pero creo que la entiendo algo más.  
Cuando una persona vive en armonía y tiene confianza en ella misma y en la vida, Dios, la providencia o en el nombre que queramos ponerle,  esa persona vive plenamente y es feliz.  Además está más sana y todo le va mucho mejor.
En cambio,  cuando permitimos que las dudas,  las preocupaciones y los temores inunden nuestra mente,  corazón y cuerpo,  comprobamos como cada vez nos sentimos peor en todos los sentidos.
Bruce Lipton en su libro La Biología de la Creencia habla de dos estados que experimentan las células del cuerpo humano.   Uno de ellos es el de expansión,  en este estado la célula se comporta de manera óptima,  es decir,  funciona plenamente.  Se relaciona con el medio exterior,  intercambia los elementos,  cumple su función específica ….  Las células manifiestan este estado cuando la persona se encuentra en paz, armonía y confianza.
El otro estado es el de contracción,  en éste,  las células se contraen,  dejan de intercambiar,  es como si guardan por lo que suceda después,  no se relacionan igual con el exterior,  y por supuesto,  su funcionamiento dista mucho de ser óptimo.  Las células manifiestan este estado cuando la persona se encuentra con miedo,  incertidumbre y otras emociones negativas como ira, rencor, pena, etc. 
Es curioso cómo la ciencia cada día comprueba más lo que parecían ser frases sin mucho sentido,  al menos,  para mi. 
Si nos vemos a nosotros mismos,  nos comportamos igual que nuestras células.  Cuando nos sentimos en armonía,  nos relacionamos bien con los demás,  compartimos,  damos, recibimos,  todo fluye con naturalidad y armonía.
En cambio,  cuando albergamos emociones negativas nos aislamos de los demás,  nos contraemos,   dejamos de compartir,  no damos porque hay que guardar,  tenemos miedo,  desconfianza hacia los demás y hacia la vida misma, etc.  Llegamos a enfermar no solo físicamente,  si no también mental y emocionalmente,  hasta nuestras relaciones con los demás se estropean.
Sé que confiar hoy día es tarea complicada,  sobre todo,  porque hemos creado tantos laberintos en nuestra mente para crear problemas que dejarse caer y confiar parece casi imposible.  Y digo parece.
Me viene una dinámica grupal que he hecho en algunos cursos para fomentar la unión entre las personas.  No sé bien el nombre pero podría llamarla “círculo de confianza”, quizás sea ese.  Consiste en ponerse de espaldas al grupo de compañeros y dejarse caer.   A todo el mundo no le resulta fácil hacerlo,  de hecho,  hay personas que se cierran en banda.  No tienes la certeza de que tus compañeros te vayan a sujetar pero una cantidad considerable elige confiar en que así será;  y normalmente,  así suele pasar.  Te dejas caer y tus compañeros en grupo te sujetan.  La experiencia es muy agradable,  uno experimenta una unión y cercanía con los otros muy linda.  
Llevo años repitiendo un mantra personalmente y se lo he transmitido a muchas personas en la consulta:  “Yo respiro,  Yo me relajo,  Yo Confío”.  Al principio estas palabras pueden no decir nada,  pero cuando las dices varias veces en un estado de relajación sincronizando la respiración con la repetición mental de las frases, es como un entrenamiento que en los momentos críticos funciona.  Te lo aseguro por experiencia propia.
A veces suelo visualizar un laberinto en el que doy vueltas y vueltas,  sé que es mi locutor de radio como suelo llamar al hemisferio izquierdo que no calla.   Me veo andando, recorriendo los distintos caminos pero llegando siempre a lugares sin salida.  Siento la desesperación,  mi mente no para porque no encuentra soluciones.  La pobre en ese estado no puede hacer mucho. Entonces,   esté donde esté comienzo a respirar y repetir estas frases “Yo respiro,  Yo me relajo,  Yo Confio”.
Cuando respiras conscientemente un tiempo mínimo,  todo cambia de color,  sobre todo,  cuando estás entrenado,  lo compruebas con mucha facilidad.    Ahí es cuando visualizo como una pared del laberinto se derrumba o una puerta se abre y veo una salida.  Una que estaba ante mis ojos pero que con la desesperación,  la duda y el temor no veía.
Al ser humano le cuesta muchísimo saltar al vacío y dejar de controlar.  Quiere tenerlo todo amarrado y sufre porque es imposible controlar todo lo que sucede,  más aun lo que todavía no ha sido creado pues está en el futuro.  Buscamos garantías,  seguridades y siempre terminamos en el sufrimiento porque nos metemos en ese laberinto sin salida. 
Sólo encontramos la salida cuando nos relajamos,  nos abrimos a confiar y nos entregamos a fluir con la vida. 
Puede que la imagen de tus células expandiéndose o contrayéndose te sea útil la próxima vez que empieces a temer o a dudar.
Puede que mi mantra “Yo respiro,  Yo me relajo,  Yo Confio”,  te venga como anillo al dedo y después de practicarlo varias veces notes sus efectos.  Recuerda que esto es un aprendizaje que hay que realizar con frecuencia y constancia para interiorizarlo y que funcione cuando lo necesites.
Quizás la imagen de dejarte caer de espaldas o lanzarte al vacío con la confianza de que todo saldrá bien y tendrás lo que necesites cuando necesites,  te ayude a confiar más y fluir con la vida viviéndola en expansión. 
Sea como fuere,  recuerda que en el momento en que siembras una semilla de duda, miedo, preocupación o cualquier otra cualidad negativa a través de un pensamiento,  te alejas del camino natural de bienestar al que tienes derecho y está para ti siempre. 
A menudo cuando veo que me alejo del camino y empiezo a dudar, preocuparme y demás,   me digo a mi misma una frase  muy conocida que Jesús le dijo a Pedro  “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?.  Soy humana y es comprensible que duda,   pero esto me ayuda a elegir de nuevo confiar. 

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