Las manías consisten en una serie de conductas repetitivas y automáticas que las hacemos para bajar la ansiedad. Es decir, que nos tranquilizan frente a una sensación de intranquilidad. De manera que llevamos nuestro amuleto de la suerte, tenemos el móvil siempre a mano, en cada bolso tenemos una barra de cacao, hacemos un completo ritual antes de acostarnos, ponemos la mesa de una determinada manera, etc. Todas estas cosas que en principio sólo son características personales, manías en definitiva, que tienen un sentido y pueden originar trastornos considerables si la situación se agrava.
Con la edad, o al menos eso dicen, las personas nos volvemos más maniáticas y algo gruñonas. Estás manías aparecen cuando queremos hacer las cosas de determinada manera o cuando los estados de ansiedad son muy elevados.
Es normal, que ante un examen o una entrevista de trabajo, por ejemplo, cojamos algún amuleto para sentirnos más seguros y tranquilos. De esta forma, sin darnos cuenta, adquirimos pequeñas costumbres que se vuelven verdaderas normas con el tiempo y que nos ayudan a tener confianza en nosotros/as mismos/as.
¿CUÁNDO SE CONVIERTEN EN UN PROBLEMA?
Cuanto mayor es el grado de ansiedad que tenga una persona, más probabilidad tiene de adquirir manías, ya que como hemos mencionado anteriormente, es una mecanismo que la propia persona pone en marcha para conseguir sentirse más segura y tranquila.
Podemos decir que el problema surge cuando estás manías o costumbres empiezan a coartar el tiempo y la estabilidad de la persona, afectando a su vida diaria.
Para entenderlo mejor, podemos pensar en una persona que tiene por costumbre revisar su casa antes de acostarse, de manera que después de comprobarlo todo se va a la cama, pero cuando ya está acostada, empieza a dudar de si ha apagado el gas o no y entonces se levanta, lo comprueba, se queda tranquila y vuelve a acostarse, pero cuando pasa un rato y aun no ha conseguido dormirse porque esta muy nerviosa, vuelve a levantarse porque duda si ha cerrado la puerta.
Esto puede ser que nos ocurra en un momento determinado, incluso una noche que tengamos algo de insomnio, pero si empieza a ser habitual en la vida de la persona y, peor aun, se generaliza también durante el día, tiene un serio problema que seguramente ya le está afectando en falta de sueño, por lo que rendirá menos en el trabajo, estará más irritable, cansada, etc. Si la ansiedad continúa y no logra ser tratada a tiempo, esta situación puede desembocar en un trastorno obsesivo compulsivo.
ALGUNAS IDEAS…
Como intento de solución te propongo identificar exactamente qué conductas son las que estás llevando a cabo para reducir o eliminar la ansiedad y tratar de analizar si se están produciendo en un número o frecuencia elevado, hasta el punto de afectarte en tu vida diaria.
Lo más importante es tratar de averiguar las causas que están generando esta ansiedad o estrés pues son las que han originado todo el problema. Dependiendo de las situación podrás empezar a cambiar tú mismo/a o quizás sea conveniente acudir a un profesional para que te ayude y oriente en la solución.
Es recomendable no huir de la situación temida y cada vez que logres enfrentarte a ella, premiarte con una recompensa, pues es un pequeño paso más que has dado para superar tu problema.
También se utilizan diferentes técnicas tales como entrenamiento en relajación, visualización, detección del pensamiento, sustitución ideas positivas, etc.
En muchas ocasiones hay que analizar toda la situación personal en sus diferentes áreas pues pueden estar generando la ansiedad o el estrés y quizás necesite realizar algunos cambios para solucionar el problema.
En cualquier caso, no debemos minusvalorar nuestro estado, pues debemos hacer lo posible para mejorar nuestra calidad de vida. Para ello debemos enfrentarnos a nuestro problema y darle solución pues dejar que pase el tiempo solo consigue que la situación se agrave.
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