jueves, 20 de noviembre de 2008

Tengo un adolescente en casa

"Mi hijo se muestra cabezota, lleva la contraria por sistema, no habla nunca y cuando lo hace es sólo para gritar y dar un portazo, ya no se qué hacer con él ni cómo actuar, me pregunto,¿ por qué han cambiado tanto las cosas? Y ¿por qué no pueden ser cómo antes?"

Esta es la queja habitual de los padres de hijos o hijas adolescentes. Sienten que las cosas han cambiado que ya no los entienden, nada les funciona, tienen delante a un hijo que no reconocen, una persona que reclama independencia pero que sigue comportándose como un niño.
Hay algunas manifestaciones típicas de los adolescentes tales como: fracaso escolar, continuas discusiones familiares, inicio en el consumo de alcohol y otras drogas, primeros amores, grupos de amigos o pandillas, cambios en el vestir, en sus pensamientos, en su gustos y aficiones, aislamiento social, etc., Innumerables situaciones que desbordan a los padres y que no saben cómo actuar.

¿Que podemos hacer?

Lo primero que debemos recordar es que cada adolescente es una persona única y por tanto un mundo entero por conocer y descubrir por lo que no hay recetas mágicas ni validas para todos por igual.
El secreto, si es que podemos llamarlo así, esta en amor, amor y mucho amor, pero también en ser flexibles y tolerantes pues tenemos delante a una persona que esta dejando de ser un niño para convertirse en adulto y debemos dejar que crezca y forje su propia personalidad.


Algunas recomendaciones:

- Mantenernos informados de sus vidas, sus amores, sus amistades, sus cambios, sus problemas, sus sentimientos, etc. Todo lo relacionado con ellos mismos que aunque a los mayores pueda resultar algo simple y sin importancia, para ellos es algo importante y grave.
- Mantener una actitud abierta y tolerante, de manera que siempre estemos dispuestos a la comunicación, a escucharlos de verdad, no a sermonearlos, y sobre todo, a respetar sus silencios y sus secretos.
- Tomarlos en serio y escucharlos con atención.
- No caer en el error de prenteder ser sus amigos, amigos ya tienen, necesitan a unos referentes que les sirvan de ejemplo y les guíen en base a su experiencia y conocimientos pero que les dejen obrar y actuar por ellos mismos.
- Promover su independencia y autonomía, facilitando cada vez mas libertad y responsabilidad de acuerdo a la edad y a la madurez del adolescente.
- Establecer unos límites ajustados a sus circunstancias y sopesados entre el padre y la madre, de manera que el adolescente sepa lo que puede y no puede hacer y diferenciar las cosas accesorias de las realmente importantes para los padres.
- Ser flexible en determinadas cuestiones pues a esta edad les encanta discutir y llevar la contraria por sistema pero establecer los limites para las cosas realmente importantes, por ejemplo, aunque no me guste puedo aceptar que llegue algo tarde cuando sale de clase pero el toque de queda los fines de semana es a las 2 y eso es inamovible.
- Compartir nuestras experiencias de adolescentes con nuestros hijos nos ayudan a recordar aquella época, cómo nos sentíamos y entenderlos mejor, y sobre todo, nos ayuda a conectar mejor con ellos y que nos valoren.
- Intentar ser un buen modelo para nuestros hijos y predicar con el ejemplo pues ahora nos cuestionarán muchas cosas y debemos ser coherentes con lo que decimos y exigimos.
- Procurar ser constantes y mostraros tanto el padre como la madre unidos y apoyados, para promover un estilo educativo coherente y democrático.
- Olvidar el autoritarismo y la obediencia porque lo digo yo y punto, debemos empezar a negociar, a establecer unos acuerdos, objetivos concretos y aceptar el propio criterio de ellos.
- Confiar en nuestros hijos y en su buen hacer.
- Dar tiempo para el aprendizaje pues no debemos olvidar que educar a un hijo es una labor difícil y a largo plazo, a veces podemos desesperar en el camino, incluso pedir ayuda externa, pero mantener siempre en la mente que poco a poco nuestro hijo se va haciendo mayor y los resultados auque tarde llegaran si lo hemos hecho bien.
- Por ultimo, pero no por ello menos importante, valorar a nuestros hijos como personas y tratar de aprender a través de ellos, no dejemos que la mente del sabio experto nos impida descubrir las tantas cosas que nos pueden enseñar y aportar a nuestras vidas.