NOVENA CLAVE
ESTO, TAMBIÉN PASARÁ
Comienzo esta clave con el cuento "El anillo del rey"
Una vez un rey citó a todos los
sabios de la corte, y les informó:
- "He mandado hacer un precioso anillo con un diamante, con uno
de los mejores orfebres de la zona. Quiero guardar, oculto dentro del
anillo, algunas palabras que puedan ayudarme en los momentos difíciles.
Un mensaje al que yo pueda acudir en momentos de desesperación total. Me
gustaría que ese mensaje ayude en el futuro a mis herederos y a los
hijos de mis herederos. Tiene que ser pequeño, de tal forma que quepa
debajo del diamante de mi anillo".
Todos aquellos que escucharon los deseos del rey, eran grandes
sabios, eruditos que podían haber escrito grandes tratados… pero ¿pensar
un mensaje que contuviera dos o tres palabras y que cupiera debajo de
un diamante de un anillo? Muy difícil. Igualmente pensaron, y buscaron
en sus libros de filosofía por muchas horas, sin encontrar nada en que
ajustara a los deseos del poderoso rey.
El rey tenía muy próximo a él, un sirviente muy querido. Este
hombre, que había sido también sirviente de su padre, y había cuidado de
él cuando su madre había muerto, era tratado como la familia y gozaba
del respeto de todos.
El rey, por esos motivos, también lo consultó. Y éste le dijo:
- “No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje”
- "¿Como lo sabes preguntó el rey”?
- “Durante mi larga vida en Palacio, me he encontrado con todo
tipo de gente, y en una oportunidad me encontré con un maestro. Era un
invitado de tu padre, y yo estuve a su servicio. Cuando nos dejó, yo lo
acompañe hasta la puerta para despedirlo y como gesto de agradecimiento
me dio este mensaje”.
En ese momento el anciano escribió en un diminuto papel el mencionado mensaje. Lo dobló y se lo entregó al rey.
- “Pero no lo leas", dijo. "Mantenlo guardado en el anillo. Ábrelo sólo cuando no encuentres salida en una situación”.
Ese momento no tardó en llegar, el país fue invadido y su reino se vio amenazado.
Estaba huyendo a caballo para salvar su vida, mientras sus
enemigos lo perseguían. Estaba solo, y los perseguidores eran numerosos.
En un momento, llegó a un lugar donde el camino se acababa, y frente a
él había un precipicio y un profundo valle.
Caer por el, sería fatal. No podía volver atrás, porque el
enemigo le cerraba el camino. Podía escuchar el trote de los caballos,
las voces, la proximidad del enemigo.
Fue entonces cuando recordó lo del anillo. Sacó el papel, lo
abrió y allí encontró un pequeño mensaje tremendamente valioso para el
momento...
Simplemente decía “ESTO TAMBIEN PASARÁ”.
En ese momento fue consciente que se cernía sobre él, un gran silencio.
Los enemigos que lo perseguían debían haberse perdido en el
bosque, o debían haberse equivocado de camino. Pero lo cierto es que lo
rodeó un inmenso silencio. Ya no se sentía el trotar de los caballos.
El rey se sintió profundamente agradecido al sirviente y al
maestro desconocido. Esas palabras habían resultado milagrosas. Dobló el
papel, volvió a guardarlo en el anillo, reunió nuevamente su ejército y
reconquistó su reinado.
Ese día en que estaba victorioso, en la ciudad hubo una gran
celebración con música y baile…y el rey se sentía muy orgulloso de sí
mismo.
En ese momento, nuevamente el anciano estaba a su lado y le dijo:
- “Apreciado rey, ha llegado el momento de que leas nuevamente el mensaje del anillo”
- “¿Qué quieres decir?”, preguntó el rey. “Ahora estoy viviendo
una situación de euforia, las personas celebran mi retorno, hemos
vencido al enemigo”.
- “Escucha”, dijo el anciano. “Este mensaje no es solamente para
situaciones desesperadas, también es para situaciones placenteras. No
es sólo para cuando te sientes derrotado, también lo es para cuando te
sientas victorioso. No es sólo para cuando eres el último, sino también
para cuando eres el primero”.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje... “ESTO TAMBIEN PASARÁ”
Y, nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio
de la muchedumbre que celebraba y bailaba. Pero el orgullo, el ego había
desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Lo malo
era tan transitorio como lo bueno.
Entonces el anciano le dijo:
- “Recuerda que todo pasa. Ningún acontecimiento ni ninguna
emoción son permanentes. Como el día y la noche; hay momentos de alegría
y momentos de tristeza. Acéptalos como parte de la dualidad de la
naturaleza porque son la naturaleza misma de las cosas.”
Creo que este cuento y el audio donde me extiendo un poco más
señalan con claridad la importancia de vivir el ahora y asumir que en
este juego todo llega y todo pasa. Por eso mismo, para tener una vida
verdaderamente extraordinaria conviene saborear y disfrutar
intensamente cada momento sabiendo que tanto lo bueno como lo malo,
tiene fecha de caducidad. Cuando te bebes de igual forma las copas de
la vida, entonces trasciendes esa dualidad del bien y del mal y vives
la perfección de la vida.
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