No puedo decir que no tenga
ningún conflicto en mi vida, pero
si, que no “peleo” ni de lejos lo de
antaño. A penas discuto con las personas
por dos aspectos muy importantes que me hicieron cambiar por completo mi
enfoque.
El relatar con mis propias
palabras este hecho, refuerza la nueva
manera de pensar que hoy día es ya bastante automática, a la par que puede beneficiar a quien lo
lee. Ese es mi mayor deseo.
Antes he mencionado que dos
aspectos fueron cruciales en mi cambio de visión:
1.- Cuando yo veo a una
persona, no la veo a ella, sino a mi misma. Sé que esto puede resultar un poco complicado
de entender y me consta que muchos dicen que es una tontería. Pero bueno,
la teoría del espejo está cada día mas presente y es cuestión de tiempo
que nos vayamos familiarizando con este concepto.
Si me enfado con algo que piensa,
dice o hace una persona, en realidad con
quien me estoy enfadando es conmigo misma. Esa persona me muestra algo que es
mío y está en mi proyectándose hacia fuera y reflejado en ella.
Entrar en discusión como solemos hacer es discutir conmigo misma a través de alguien. Pues sólo es un espejo en el que yo puedo
contemplar lo que estoy pensando de mí.
Cuando me di cuenta plenamente de
este hecho, discutir ya no tenía ningún
sentido pues asumía que yo no veía a esa persona realmente, sino a mí.
La mejor opción para no lastimar
ni provocar daños mayores, es retirarme
y mirar eso que es mío y tanto me molesta en el otro. La relación pues no se estropea y puede
continuar con naturalidad.
2.- Cuando una persona me ve a
mi y me juzga ya sea positiva o negativamente,
no me está juzgando a mi, sino a
ella a través de mi. De hecho, aunque crea que sí, no me ve realmente. Esto puede parecer caótico pero si imaginas que en lugar de la persona a
la que miras ves un espejo puede ser más fácil entenderlo.
Entonces entendí que “no ofende el que quiere, si no el que
puede, y el poder se lo otorgo yo” y tanto que si!! Si elijo creer que es verdad lo que
escucho, ya sea favorable o
desfavorable para mis oídos, entonces le
he otorgado el poder a la otra persona.
Sin embargo, yo tengo siempre
presente, tanto si ven cosas lindas como
cosas feas en mi, que nunca me están
viendo a mi, si no a ellos mismos y que
yo sólo les sirvo de espejo. ¿Cómo puedo
ofenderme o sentirme halagada? De
ninguna de las dos formas. Cuando una
persona me dice algo agradable,
interpreto que se ama y tiene un buen concepto de sí misma y cuando una persona
me dice algo que puede resultar desagradable interpreto que no se está amando en ese momento y tiene un mal
concepto de si misma, pero ninguna de
esas cosas tiene que ver conmigo, así
que, ¿para qué voy a discutir?. Me resulta tan evidente, que no sé cómo no me he dado cuenta antes !!!.
En este caso, suelo decirles a las personas que repasen su
discurso, es decir, lo que me han dicho, y que donde pone tú, digan yo y aprovechen
esa información para conocerse mejor a sí mismas, si quien claro. Les doy las gracias por permitirme servirles
de espejo y con una sonrisa me despido.
Debo añadir que solo si algo de
lo que dicen resuena en mí, sobre todo,
si me molesta. Al igual que en el
anterior punto, tomo nota de ello, les
doy las gracias por la oportunidad que me brindan de mirar algo que no me gusta
de mi misma, me retiro y lo trabajo
sola. Aceptarme e integrar mis luces y mis sombras es labor mia.
Teniendo estos dos aspectos en
cuenta, quizás hayas comprendido ahora,
por qué cada día yo discuto menos.
Y recuerda, si quieres,
tú también puedes hacerlo.
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