Creo que el que más y el que menos alguna vez en su vida se ha enamorado o ha tenido una relación especial. Quizás posteriormente se ha ido poniendo “las gafas de cerca” y como dicen muchos “ se les ha caido el velo”. Esa persona tan amada a la que idolatrabas en el enamoramiento, ha dejado de ser tal y entonces puede llegar la decepción, la desilusión, el desamor y, lo que es peor, emociones como rabia y hasta odio afloran de la noche a la mañana.
Este hecho resulta realmente doloroso
para nuestro EGO quién había depositado todas las expectativas de su felicidad
en esa persona y sus circunstancias,
aunque a la par es una gran dicha para nuestro SER interior, quién empieza a experimentar cierta
liberación al destaparse el velo que
mantenía desenfocada la visión. Este
desamor es un momento existencial maravilloso para girarse sobre uno mismo y
volver al verdadero amor. El cual nunca
ha desaparecido, si no que hemos olvidado que era tal e ingenuamente lo hemos
buscado fuera. Lástima que sea tan poco
aprovechado y muchas personas sigan presas de sus egos durante años alimentando
el rencor, la separación y el supuesto
daño que han recibido.
Algo así podría decir que sucede
conforme vas dándote cuenta de que lo
que crees que es verdad no deja de ser eso,
una creencia. Cualidad que no
viaja sola por sí misma si no que necesita un vehículo como son las personas
que vemos y las situaciones que vivimos ( todas ellas producto de nuestra mente
inconsciente, vamos, que lo estamos imaginando
siempre ). Hay una frase que me encanta “SOMOS MENTE
PROYECTÁNDOSE CONTÍNUAMENTE”.
Muchas personas me han escuchado
decir un tanto alegre y con sentido del humor,
“ no creas esto con tanta vehemencia,
nada es real ni está sucediendo en verdad “, muchas de esas personas tanto familiares,
amigas como conocidas por mi trabajo se han llevado las manos a la cabeza y no
quiero ni imaginar las cosas que han debido pensar de mi, jajaja. Estoy acostumbrada…
Sin embargo, conforme voy siendo más consciente voy
dándome cuenta de que yo no soy
mis pensamientos, ni lo que pienso, yo no soy mis emociones, ni siquiera mis
acciones, tampoco soy mi cuerpo aunque lo cuide pues no deja de ser el traje
que me permite experimentar en este plano.
En realidad me di cuenta hace
mucho, pero es curioso cómo lo olvido
con tanta facilidad y vuelvo a ensalzarme en el circo demencial que todos hemos
creado.
A menudo, recuerdo la imagen de un perro o de un gato
girando sobre sí mismos tratando de cogerse el rabo, algo así diría que nos pasa a los humanos
dando vueltas y vueltas creyendo que vamos hacia algún sitio cuando en
realidad, no salimos del mismo
punto. La mejor opción para mi es
pararse, sencillamente pararse, para
recuperar la “cordura” que nuestra mente egóica nos impide experimentar.
Poco a poco va surgiendo el
observador que se ve a sí mismo y contempla con distancia y desapego el mundo
de las formas, el aparente mundo que
creemos que es tan real. Cuando no deja de ser una continua proyección de cine
sobre una pantalla blanca. Sólo estamos
proyectando lo que nosotros creemos que es verdad y albergamos en nuestro
inconsciente.
Este hecho resulta desolador de
nuevo para nuestro EGO, ¿qué argumentos
le quedan para hacer que sigamos moviéndonos,
luchando, intentando, deseando, sacrificándonos, esforzándonos, … ? SOS
dice nuestra mente egóica que ve tambalear su hegemonía. Un huésped al que un día invitamos porque
su labor era rentable pero que ha ocupado nuestra casa y se ha adueñado de
ella.
En mis clases de Mindfulness
siempre les digo a los alumnos que la mente en sí es maravillosa sólo que anda
descarriada y poco disciplinada.
Cuando aprendes a utilizarla en tu propio beneficio, es tu fiel sirviente. Entonces uno comienza a ser un buen amo de
casa.
Lo curioso es que queremos
limpiar y organizar las casas ajenas ( coloquialmente hablando ) cuando no sabemos ni siquiera llevar bien la
propia. Otra estrategia de nuestro ego
para mantenernos distraídos dando vueltas.
Así nos embarcamos en un sin fin de emprendimientos con causas nobles y
efectos desastrosos. Seguimos sin
darnos cuenta de que siempre nos estamos mirando a nosotros mismos reflejados
en los demás.
Lo que resulta doloroso para
uno, se convierte en una gran liberación
para otro. Ahí es donde estriba
experimentar el Cielo aquí y ahora. El
Nirvana como lo llaman muchos, la Iluminación tan
ensalzada que parece cualidad de unos pocos elegidos, nada más lejos de la
realidad. Es algo que todos podemos hacer aquí y ahora. La cuestión es:
¿queremos?.
La mayoría de las personas pueden
recobrar la “cordura” de manera natural y progresiva actuando de una forma más
plena y consciente cada día. Algunos lo hacen de “sopetón” pero no es lo
habitual. Ese hecho va sumando y
produciendo cambios internos en nuestra forma de percibir la vida. Las neuronas cambian, el cerebro cambia, todo en nuestro interior cambia abriéndose a
una percepción mucho más inocente y pura de la realidad, sin estar deformada y condicionada por
nuestras creencias internas.
Mi mensaje es claro, en absoluto consejero y escrito
principalmente para mis propios oidos,
si beneficia a otros, yo me
alegro.
Ya es hora de ser buena ama de
casa y ocuparme más de mi mundo interior
pues no deja de ser ése mismo mundo el que veo siempre fuera, ni más ni menos.
Ya es hora de dejar de creer en
lo que se ha dicho y hecho siempre así porque sí y cuestionar mis creencias,
todas y cada una de ellas, pues son ellas mismas las que experimento cada
instante de mi vida y las que se ratifican con mi experiencia sensorial.
Cada vez que una persona piensa
que algo es verdad, conviene que se
pregunte nuevamente si tiene certeza de ello.
No tardará en darse cuenta de que sólo está viviendo y experimentando su
propia imaginación.
Ya es hora de asumir mi
responsabilidad en mis creaciones y dejar de creer en este circo demente
que nuestros egos han creado a través de
una mente inconsciente colectiva. Yo veo lo que quiero ver y tengo la capacidad
de elegir lo que quiero ver.
Ya es hora de aceptar e integrar
todo lo que veo fuera como parte de mi,
absolutamente todo. Pues en
realidad, nada de lo humano me es ajeno
ni existe fuera de mi.
Ya es hora de crear y no, de fabricar, con más consciencia, respeto y amor hacia mi misma, y por ende, hacia todo lo que veo aparentemente fuera.
Ya es hora de despertar del sueño
en el que a menudo ando perdida y despistada,
para darme cuenta de que nada de lo que creo y veo fuera es real.
La verdad no se halla en ninguna creencia, cualidad que separa a semejantes y por la que
muchos llegan a matar físicamente hablando
y todos lo hacemos mentalmente, al ver al otro como enemigo y separado de
nosotros mismos.
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