domingo, 19 de octubre de 2014

ME HAN HECHO DAÑO

Creo que todas las personas en algún momento hemos sentido que nos han hecho daño. Un buen amigo mio decía que "Nada de lo humano nos es ajeno" y qué gran verdad para mi. Al final, todos vivimos situaciones iguales y tenemos más semejanzas que diferencias.
Qué curioso resulta darse cuenta que una cosa es aprender la teoría y otra muy distinta es interiorizar lo aprendido.
Hace más de un año yo vivía una situación digamos sentimental en la que creía, y repito, creía, que una persona me estaba haciendo mucho daño y que era mala y debía mandarla bien lejos.

¡ Qué ilusión tan falsa es creer que muerto el perro se acabó la rabia !

Por momentos, confundida de mi mano y de consejos de terceros, yo creía todas estas milongas que desde luego no eran reales ni me aportaban paz, mucho menos felicidad.

Cuando crees que alguien te está haciendo algo, lo que sea, sobre todo, daño. En realidad, lo que estás haciendo es creer en un pensamiento que no es real y condenarte tú solito/a al sufrimiento. Nadie lo hace, salvo tú.

Contínuamente me veo "explicando" en cursos y en la consulta que NADIE TE HACE NADA SALVO TÚ A TRAVÉS DE OTRA PERSONA.
Siempre es tu propio pensamiento el que vuelve a tí de la mano de alguien para mostrártelo y que te hagas cargo de ello.
Pero... ¿qué solemos hacer? porque yo lo he hecho también, pues enfadarnos con el mensajero y mandarlo al carajo creyendo que así se acaba todo. Ojalá !!!

Estoy acostumbrada a que las personas se revuelvan en sus asientos cuando me escuchan decirles que SUS HISTORIAS, esas que se cuentan una y otra vez, y esas que van prodigando por ahí, esas que les aportan atención, ayuda, calorcito y demás. ... son falsas.
Estoy convencida de que en la intimidad con uno mismo, cuando se mira al espejo, sabe la verdad. La persona sabe cómo se autoengaña por miedo y hasta comodidad.

Considero que somos libres y tenemos pleno derecho a decidir cómo queremos vivir. Faltaría más !!!
Sin embargo, yo me siento en la obligación como mínimo de expresar no lo que he aprendido en un libro, ni en la carrera, si no lo que he vivido por experiencia propia.
El día que dejé de creer que alguién me había hecho daño, asumí que esa persona sólo me estaba mostrando cómo me estaba tratando yo a mi misma, es decir, que no me amaba ni respetaba.
Entonces, tomé nota, le día las gracias ( dejé de juzgarlo y rechazarlo ), asumí la responsabilidad de tratarme con más amor ( a través de mis pensamientos y emociones ) y pude comprender al fin, que el verdugo nunca existió.

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