domingo, 19 de octubre de 2014

NO INTENTES ENSEÑAR A VOLAR A UN BURRO, PIERDES EL TIEMPO, Y MOLESTAS AL BURRO.

Esta frase es bastante conocida, la decía mucho Anthony de Mello, aunque con otras palabras, en lugar de burro y volar, cerdo y cantar. Para mi tienen connotaciones diferentes y me gusta más burro porque alude al estado de mente cerrada en el que una persona puede encontrarse, pero no la ofende como si usas el término cerdo.
Yo procuro recordar que en mi camino, no siempre he estado bien ni con la mente y el corazón abiertos para ver, y que muchas personas me han ayudado como han sabido y podido. Procuro ser considerada y recordar que tampoco sé lo que puedo vivir mañana.
Sin embargo, me siento bastante identificada con lo que Tony decía haber aprendido por las malas, porque yo llevo años teniendo este aspecto como escollo y al parecer, aún no lo he soltado del todo. Diría que a nivel personal-familiar bastante, pero a nivel profesional en la consulta .... ummm.
Debo reconocer que yo he ido en plan salvadora muy al principio de mi carrera, algo así como diciendo, "ey soy psicóloga, puedo ayudarte". Aspecto que todavía hoy en algún momento asoma y me doy cuenta.
Poco a poco, he ido dejando de convencer o llevar a "mi terreno" al cliente-paciente, y eso me ha llevado hasta el punto de verme más como facilitadora de un proceso donde la persona es la protagonista y yo sólo una herramienta.
Sin embargo, sigo aprendiendo, y a veces, por las malas, que cuando tratas de hablar a alguien que no escucha por el motivo que sea, pierdes energía y tiempo, además de que enfrascas a esa persona, la cual, se polariza aún más defendiendo su punto de vista.
Desde que cambié mi línea de actuación, hace ya unos meses, a penas tengo situaciones de este tipo en la consulta porque procuro ser bastante clara además de hacer una criba antes de dar cita, sin embargo, todavía hoy, vivo esto mismo en algún momento.
Motivo por el que me he sentado a definir "mi cliente ideal" porque hay una cosa que tengo clarísima: No voy a discutir con nadie y mucho menos con un cliente de la consulta. Si es necesario, paro la sesión, le devuelvo el dinero y amablemente le invito a marcharse.
Yo me hago cargo de lo que me muestra, le respeto y le deseo lo mejor. Porque ya he aprendido que todo intento es conflicto, que cuando una persona no está abierta le digas lo que le digas no sirve de nada, y que si eso me sigue molestando, es asunto mio y debo trabajarlo yo. No la persona.

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