Esta frase es bastante conocida, la decía mucho Anthony de Mello,
aunque con otras palabras, en lugar de burro y volar, cerdo y cantar.
Para mi tienen connotaciones diferentes y me gusta más burro porque
alude al estado de mente cerrada en el que una persona puede
encontrarse, pero no la ofende como si usas el término cerdo.
Yo procuro recordar que en mi camino, no siempre he estado bien ni con
la mente y el corazón abiertos para ver, y que muchas personas me han
ayudado como han sabido y podido. Procuro ser considerada y recordar
que tampoco sé lo que puedo vivir mañana.
Sin embargo, me siento
bastante identificada con lo que Tony decía haber aprendido por las
malas, porque yo llevo años teniendo este aspecto como escollo y al
parecer, aún no lo he soltado del todo. Diría que a nivel
personal-familiar bastante, pero a nivel profesional en la consulta
.... ummm.
Debo reconocer que yo he ido en plan salvadora muy al
principio de mi carrera, algo así como diciendo, "ey soy psicóloga,
puedo ayudarte". Aspecto que todavía hoy en algún momento asoma y me
doy cuenta.
Poco a poco, he ido dejando de convencer o llevar a
"mi terreno" al cliente-paciente, y eso me ha llevado hasta el punto de
verme más como facilitadora de un proceso donde la persona es la
protagonista y yo sólo una herramienta.
Sin embargo, sigo
aprendiendo, y a veces, por las malas, que cuando tratas de hablar a
alguien que no escucha por el motivo que sea, pierdes energía y tiempo,
además de que enfrascas a esa persona, la cual, se polariza aún más
defendiendo su punto de vista.
Desde que cambié mi línea de
actuación, hace ya unos meses, a penas tengo situaciones de este tipo
en la consulta porque procuro ser bastante clara además de hacer una
criba antes de dar cita, sin embargo, todavía hoy, vivo esto mismo en
algún momento.
Motivo por el que me he sentado a definir "mi
cliente ideal" porque hay una cosa que tengo clarísima: No voy a
discutir con nadie y mucho menos con un cliente de la consulta. Si es
necesario, paro la sesión, le devuelvo el dinero y amablemente le
invito a marcharse.
Yo me hago cargo de lo que me muestra, le
respeto y le deseo lo mejor. Porque ya he aprendido que todo intento
es conflicto, que cuando una persona no está abierta le digas lo que le
digas no sirve de nada, y que si eso me sigue molestando, es asunto
mio y debo trabajarlo yo. No la persona.
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