Había
una vez un pájaro llamado Nus que estaba aprendiendo a cantar. Cada mañana al alba se posaba sobre una rama
del árbol donde vivía y comenzaba a practicar su canto. En
cuanto comenzaba, a algunos gustaba su melodía, pero la mayoría la
detestaban y le decían continuamente que así no debía cantar, pues así no
se hacía.
- Nus, si quieres aprender a cantar bien y de verdad, vente con nosotros, te lo enseñaremos todo - le dijeron sus compañeros.
El joven pájaro estaba lleno de dudas, creía saber cantar, de hecho, le gustaba mucho hacerlo cuanto más lo practicaba, pero como al parecer todos decían que se hacía de otra forma, el no quería contradecirlos, ni que lo echaran del árbol.
Así
que se fue junto a ellos y comenzó más que a aprender, a imitarlos.
Nus
se esforzó durante un tiempo en seguirlos, pues se suponía que ellos eran
mayores y expertos, sin embargo, cada día se encontraba más agotado
y empezó a notar que se estaba quedando sin voz.
A pesar del miedo que tenía a volar y salir de allí, se dio cuenta de que
debía irse y se
fue a otro lugar.
Cuando llegó a un nuevo árbol, se posó sobre una rama para respirar y descansar un poco. Acto seguido quiso comprobar si seguía con voz.
Para su grata sorpresa, descubrió que cantaba muy bien y que poco a poco estaba empezando a entonar su propia melodía de nuevo.
A la par, se fueron acercando otros animales del bosque quienes parecían deleitados por tan bella canción.
Así Nus, volvió a cantar cada mañana y se levantaba para hacer disfrutar a los demás animalitos, aunque también trataba de crear nuevas canciones, ya que sus espectadores le pedían cosas diferentes, incluso algunos le daban ideas de lo que querían escuchar.
Cuando llegó a un nuevo árbol, se posó sobre una rama para respirar y descansar un poco. Acto seguido quiso comprobar si seguía con voz.
Para su grata sorpresa, descubrió que cantaba muy bien y que poco a poco estaba empezando a entonar su propia melodía de nuevo.
A la par, se fueron acercando otros animales del bosque quienes parecían deleitados por tan bella canción.
Así Nus, volvió a cantar cada mañana y se levantaba para hacer disfrutar a los demás animalitos, aunque también trataba de crear nuevas canciones, ya que sus espectadores le pedían cosas diferentes, incluso algunos le daban ideas de lo que querían escuchar.
El pájaro se
esforzaba en hacer lo que le pedían, pero cuanto más lo hacía, más se
agotaba y menos era capaz de componer ni de cantar.
Nus tardó poco tiempo en darse cuenta de que nuevamente estaba en la misma situación de antaño. Ahora no imitaba el canto de otros para pertenecer al grupo y hacerlo como los demás, pero si estaba cantando para complacer a sus seguidores, los cuales cada día empezaban a ser más exigentes.
A Nus le gustaba sentirse admirado pero estaba dejando de disfrutar con lo que hacía y pensando otra vez más en gustar a los demás que en ser él mismo.
No se lo pensó dos veces, sabía que si le daba muchas vueltas, la tentación de tener seguidores y sentirse acompañado le impediría echar el vuelo. Así que comenzó a volar con tanta fuerza y rapidez que cuando paró se dio cuenta que había llegado hasta el mismo Sol.
- ¿Qué haces volando tan alto? - le dijo el Sol al pajarito.
- Pues verás es que he salido corriendo - dijo asustado Nus.
- ¿Corriendo? - pregunto el Sol. ¿Alguien te persigue?
- No pero es que ya no sé qué hacer.
- Oh, pues esa respuesta es fácil - añadió el Sol.
- ¿Si? pues dímelo por favor, porque estoy perdido. Te estaría inmensamente agradecido querido Sol.
- De acuerdo: Cada uno debe hacer lo que sabe hacer. Esa es su tarea.
Yo ilumino y tú cantas. ¿No te parece fácil?.
- Bueno... lo parece y de hecho, yo pensaba que sabía cantar, pero ahora ya no lo tengo tan claro. Además, era lo que me encantaba, lo hacía desde el alba hasta el amanecer y no me cansaba pero ahora ya no es así.
- No lo es porque has dejado de cantar tu propia melodía - respondió el Sol.
Mi querido amigo, ¿acaso crees que yo escucho a los que se quejan porque salgo muy temprano en la mañana o a los que me ruegan que me quede unas horas más en la tarde? Yo sé que no puedo complacer a todos los seres del Universo, así que sólo me limito a iluminar, pues es mi tarea.
- Entiendo, quieres decir que yo me limite a cantar sin imitar a nadie ni pretender gustar a los demás. ¿Verdad?
- El Sol asintió.
- ¿Pero cómo sé lo que debo cantar? Preguntó Nus.
- Ohh mi querido amigo, eso si que es fácil, pues naciste haciéndolo y hasta hace no tanto lo hacías en la inocencia de tu juventud, sólo que lo has olvidado ligeramente.
Escucha y canta la melodía de tu corazón. Ese es tu canto, único y especial.
Nus no estaba del todo convencido, pues aunque entendía lo que el Sol le estaba diciendo, le preocupaba cómo debía actuar con los demás animalitos del bosque. No sabía bien qué debía hacer al respecto.
Nus tardó poco tiempo en darse cuenta de que nuevamente estaba en la misma situación de antaño. Ahora no imitaba el canto de otros para pertenecer al grupo y hacerlo como los demás, pero si estaba cantando para complacer a sus seguidores, los cuales cada día empezaban a ser más exigentes.
A Nus le gustaba sentirse admirado pero estaba dejando de disfrutar con lo que hacía y pensando otra vez más en gustar a los demás que en ser él mismo.
No se lo pensó dos veces, sabía que si le daba muchas vueltas, la tentación de tener seguidores y sentirse acompañado le impediría echar el vuelo. Así que comenzó a volar con tanta fuerza y rapidez que cuando paró se dio cuenta que había llegado hasta el mismo Sol.
- ¿Qué haces volando tan alto? - le dijo el Sol al pajarito.
- Pues verás es que he salido corriendo - dijo asustado Nus.
- ¿Corriendo? - pregunto el Sol. ¿Alguien te persigue?
- No pero es que ya no sé qué hacer.
- Oh, pues esa respuesta es fácil - añadió el Sol.
- ¿Si? pues dímelo por favor, porque estoy perdido. Te estaría inmensamente agradecido querido Sol.
- De acuerdo: Cada uno debe hacer lo que sabe hacer. Esa es su tarea.
Yo ilumino y tú cantas. ¿No te parece fácil?.
- Bueno... lo parece y de hecho, yo pensaba que sabía cantar, pero ahora ya no lo tengo tan claro. Además, era lo que me encantaba, lo hacía desde el alba hasta el amanecer y no me cansaba pero ahora ya no es así.
- No lo es porque has dejado de cantar tu propia melodía - respondió el Sol.
Mi querido amigo, ¿acaso crees que yo escucho a los que se quejan porque salgo muy temprano en la mañana o a los que me ruegan que me quede unas horas más en la tarde? Yo sé que no puedo complacer a todos los seres del Universo, así que sólo me limito a iluminar, pues es mi tarea.
- Entiendo, quieres decir que yo me limite a cantar sin imitar a nadie ni pretender gustar a los demás. ¿Verdad?
- El Sol asintió.
- ¿Pero cómo sé lo que debo cantar? Preguntó Nus.
- Ohh mi querido amigo, eso si que es fácil, pues naciste haciéndolo y hasta hace no tanto lo hacías en la inocencia de tu juventud, sólo que lo has olvidado ligeramente.
Escucha y canta la melodía de tu corazón. Ese es tu canto, único y especial.
Nus no estaba del todo convencido, pues aunque entendía lo que el Sol le estaba diciendo, le preocupaba cómo debía actuar con los demás animalitos del bosque. No sabía bien qué debía hacer al respecto.
El Sol que podía escuchar sus pensamientos le dijo al pájaro.
- Te contaré un pequeño secreto pero sólo si me prometes que lo harás.
Nus lo pensó por un instante y aceptó con rapidez.
- CANTA PARA TI, así como yo ilumino para mí, y mi luz es tan grande que ilumina a todos los seres.
Si tú cantas para ti siguiendo la melodía de tu corazón, te aseguro que cantarás para otros también pero esa no debe ser la finalidad, si no, la consecuencia.
- ¿La consecuencia? - preguntó Nus sin comprender bien.
- Exacto. Tu motivación para cantar cada mañana no debe ser imitar a otros para formar parte de una mayoría, ni adaptar tu canto al gusto de un grupo para sentirte admirado y tener cada día más seguidores.
Ese no es el camino. Así, con el
tiempo, tu canto se desforma hasta callarse porque cantas para otros y nunca podrás agradar a todo el mundo al
mismo tiempo siempre. Recuérdalo querido amigo.
Tu motivación debe ser cantar para escucharte tu, para disfrutar cantando y hacer aquello para lo que tú estás aquí en este lugar. Esa debe ser la finalidad.
Nus lo comprendió perfectamente, se despidió de su amigo el Sol y se marchó volando mientras paraba de vez en cuando para deleitarse con su propio canto y escuchándose a sí mismo.
******************************************************************
MORALEJA
Tú tienes una tarea que es sólo tuya, única y especial. Si pretendes imitar la tarea de otros o modificar tu habilidad natural para agradar a unos cuantos. Te desconectas de ti mismo/a y dejas de escuchar a tu corazón.
Haz aquello que sabes hacer para ti, principalmente PARA TI. Y si como consecuencia muchos lo saborean y se benefician es que así debe ser también.
Tu motivación debe ser cantar para escucharte tu, para disfrutar cantando y hacer aquello para lo que tú estás aquí en este lugar. Esa debe ser la finalidad.
Nus lo comprendió perfectamente, se despidió de su amigo el Sol y se marchó volando mientras paraba de vez en cuando para deleitarse con su propio canto y escuchándose a sí mismo.
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MORALEJA
Tú tienes una tarea que es sólo tuya, única y especial. Si pretendes imitar la tarea de otros o modificar tu habilidad natural para agradar a unos cuantos. Te desconectas de ti mismo/a y dejas de escuchar a tu corazón.
Haz aquello que sabes hacer para ti, principalmente PARA TI. Y si como consecuencia muchos lo saborean y se benefician es que así debe ser también.
Luz
Navas Torres
Psicóloga
y Facilitadota en Crecimiento Interior
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